viernes, 4 de marzo de 2016

Ana, la cansina de JobandTalent

Hola, soy Ana de Job and Talent.

Sí, esa petarda que te lleva mandando un mail o dos por semana desde hace un mes para recordarte que tienes que bajarte la app de búsqueda de empleo correspondiente si no quieres dejar de beneficiarte de las múltiples posibilidades que te ofrece esta plataforma.

Esa es Ana.

No sé vosotros, pero yo al primer mail lo había captado. Y no solo eso, la psicóloga comunicativa que hay en mi se ha dado cuenta de algo: seguramente Ana no existe. Es un nombre al azar que han escogido los expertos de marketing en cuestión para que sintamos que los múltiples correos que recibimos nos los envía un ser humano y no un programa. Así volcaremos nuestra ira contra ella y no contra toda la empresa. O, aunque exista, dudo que sea ella quien vaya enviando, uno por uno, los mails a los 10 millones de usuarios de la firma. Le pongas el nombre que le pongas, Ana, Pepa, Paca... esto es un mailing masivizado. Pero yo es que me he encariñado con Ana, qué queréis que os diga. Ya es que hasta parece que la conozco. Dan ganas de contestarle y todo.

Lista de mails de JobandTalent en una bandeja de entrada


"Hola Ana, no sé si te estas dando cuenta, pero me estas mandando exactamente el mismo mail con distintas variaciones desde hace más de un mes. A mi y a unos cuantos usuarios más, supongo. No me voy a bajar tu dichosa aplicación. No tengo espacio en el teléfono. Soy Social Media y entre las redes sociales, las fotos modificadas de Instagram, el Whatsapp, el Telegram, el Hangouts, la música del Ipod y el Angry Birds, estoy completa. De hecho, que una web de búsqueda de empleo me obligue a algo para beneficiarme de sus servicios me parece un poquito irritante, porque, en el fondo, estáis convirtiendo mi vida laboral en un negocio. Solo me hice cuenta para ver lo que me ofrecíais y me marché decepcionada por las poquísimas ofertas que encontré en mi campo. Así que, tronca, para ya. Un beso. Cris"

Pero no lo he intentado. Seguramente me lo mandan desde una dirección de correo diseñada para ignorar las respuestas, lo cual resta la personalización que quieren otorgar con el dichoso nombrecito, y lo mismo sucede con el hecho de tener un correo de esta buena mujer cada poco en la bandeja de entrada. No me gusta nada este sistema. Me huele a engaño. En un primer momento crees que no te lo envía el portal, sino alguien que quiere ponerse en contacto contigo para ofrecerte un trabajo. Descubrir que no, que es la institución metiendo el mismo spam de siempre pero con otro nombre, me cabrea. Si vas a darme la brasa, al menos da la cara desde el remite y deja que lo borre si me interesa poco o nada lo que puedas ofrecerme. Os guste o no, es un derecho que tiene la persona de a pie. Pero si el remite es Job and Talent, diréis. Sí, pero la primera línea reza: Ana te ha enviado un mensaje. El receptor no sabe quién es ella. Y se emociona porque, igual, su curriculum lo ha visto una empleadora que puede ofrecerle un medio de vida. Tal y como están los tiempos, creo que hacer esto es un tanto insensible.

Supongo que, al final, la gente estaba ignorando los correos de la susodicha, porque el 3 de marzo nos mandan, por la misma estrategia, un mensaje de un tal Juan que dice lo siguiente:

Mensaje de Juan, de Job and Talent, desde el teléfono móvil

Mismo efecto. A lo mejor Juan quiere contratarme... Lo abro. Y me encuentro con esto. No tiene gracia. Pero ni un poquito. Eso sí, tengo que reconocer que la búsqueda de empatía es una técnica de marketing interesante, ya que siempre me quejo que en España apenas se innova, pero de donde no hay, no se puede sacar. Yo, la verdad, he sentido que se cachondeaban de mí.

Soy de las que lee los correos de las instituciones. Me preocupo por lo que quieren comunicarme. Así que esta táctica me resulta absurda. No es la primera vez que la veo, pero nunca me había provocado dolor de cabeza.

Vamos que, Ana, querida, lo siento mucho, pero Job and Talent ha caído enteros ante mis ojos. Y no me voy a bajar la app, kontxo. A ver si puedes llenarme la bandeja de entrada.

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