miércoles, 24 de febrero de 2016

¿Quién es la chica de los tacones?

¿Le dolerán?
Siempre va perfecta. No importa si llueve, si hace sol, si nieva o el resto de los mortales nos congelamos de frío. Ella parece salida de la pasarela Cibeles. Lleva la moda cargada sobre su cuerpo: unos tacones de vértigo con plataforma de color negro, unos vaqueros con campana vacía de excesos y un abrigo un palmo por encima de la rodilla, suelto por debajo del pecho y apretado por encima a juego con los zapatos. 

El pelo, justo por debajo de la barbilla, parece una sábana ondeante construida por millones de hebras castañas perfectamente alisadas. ¿Pasaría por la peluquería ayer? Lo dudo, porque no es la primera vez que la veo y esa perfección es continua.


Yo corro, ella camina, señal inequívoca de que yo voy tarde y ella, pronto. Esa es la incertidumbre de las horas menos diez. Flexiona ligeramente las piernas cada vez que da un paso, de un modo elegante y sereno con el que parece que flota. 

No alcanzo a verle la cara. Quizá no responda a los cánones de belleza estipulados por la sociedad, pero estoy segura de que no los contradice especialmente. Es alta, o al menos eso le hace creer al espectador, subida en ese par de andamios que yo solo podría pagar con cuatro sueldos. Así, quizá en plena ilusión óptica, consigue hacerle creer al espectador que su delgadez es aún mayor.

Es de esas personas que parecen pasar por encima de los mortales, que estamos enfundados en un plumas atado hasta el cuello, con tres bufandas y medio armario debajo. ¿Sentirá? ¿Padecerá? ¿Se morirá de frío, de dolor, de cansancio al final del día? ¿Qué intenta transmitir destacando tanto en este clima polar que tenemos en Vitoria-Gasteiz? Me encantaría preguntárselo. ¿Quién será?


Foto: Pexels

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